Es una época de sensaciones encontradas: estamos alegres por disfrutar de unos días de vacaciones, pero también aumenta la ansiedad por comprar regalos u organizar comidas y cenas. ¿Qué podemos hacer para pasar estas fiestas sin que nuestro sistema nervioso sufra demasiado?
Desde hace un par de semanas han comenzado a aparecer en las calles esas clásicas luces que anuncian la llegada ya casi inminente de la Navidad, unos años más abundantes que otros en función del dinero que cada ayuntamiento decida destinar a dicha tradición. Con estas luces surgen emociones de todo tipo.
Por una parte sentimos alegría por tener la visión de unos días de vacaciones próximos y también por ver la cara de ilusión de niños y de algunos no tan niños que disfrutan al máximo de esta época.
Por otra parte, aumenta la ansiedad y las prisas por comprar regalos, organizar comidas y cenas, la melancolía por recordar a aquellas personas que ya no están y, como no, también acude a la mente la idea de reunirte con familiares con los que quizás no te apetezca demasiado estar.
¿Qué podemos hacer para pasar estas fiestas sin que nuestro sistema nervioso sufra demasiado?